martes, 22 de junio de 2010

La España Sagrada contra los libros electrónicos

La lectura es algo que todos hacemos todo el tiempo. Lectura es la actividad cognitiva que realizamos todos al hacer interactuar signos que nos son familiares y a la vez hacer jugar en tales relaciones signos desconocidos que se incorporan, que van ganando significado a través de sus contextos. Particularmente la lectura de textos es el tipo estándar que ha definido y superado en métodos y desarrollo a todas las demás.

   Hoy en día se tiene la errónea idea de que la interactividad, las posibilidades multimedia y principalmente la propagación de las prácticas que propone internet, la lectura comienza a abandonar su pedestal prioritario. Sin embargo esta presunción es errónea: Internet en su mayor parte es texto. Lo que se podría abandonar, y sin embargo tampoco es cierto, es su formato particular como libro códice en papel.

   Las prácticas con el libro históricamente han sido diversas, y en esa diversidad tal vez el libro halle competidores diferentes. Sin embargo, a pesar del e-book y sus variables, el libro goza de buena salud. Hace poco he tenido el gusto esporádico de visitar librerías de libros antigüos e intentaba contraponer ese placer único de poder revisar primeras ediciones discontinuadas, facsimiles de la España sagrada y otras obras de igual tipo. Quienes declaran la muerte del libro, claramente, no son de los que depende ni ha dependido nunca la industria. El lector como clase siempre ha reconocido la multiplicidad de planos que valorizan un libro como objeto y obra, y aún no se encuentra reemplazante.

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